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domingo, 28 de noviembre de 2010

¿Prometes no pensar?

Así era. Él. El típico imbécil y creído ,el rompecorazones número uno, egocéntrico, siempre pensando en su físico, siempre le han gustado las películas de acción, o de terror, no creía en las relaciones largas, las traía a todas de calle, las ilusionaba, y después cortaba con ellas a la semana. Ella. La tonta de turno, la romanticona, pensaba que los atardeceres eran la mejor hora del día, que las películas de amor eran las mejores, lloraba con cualquier cosa ,de esas que sólo salen con una persona si creen que es la adecuada para pasar con ella el resto de su vida. Y pese a todas sus diferencias, se querían tanto el uno, como el otro...
+ ¿Sabes? Creo que esto no lo había sentido por nadie.
- ¿Esto? No te entiendo.
+ Sí, ya sabes, el odiar tanto a una persona, como para acabar queriéndole de tal manera.
- ¿Qué esperabas? Todos dicen que soy el mejor.
+ Imbécil..
- Es broma, ¿sabes? yo tampoco había sentido nada parecido antes, es como si tuviera la necesidad de pasar cada minuto que corre contigo, como si estuviéramos hechos el uno para el otro.

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