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viernes, 19 de agosto de 2011

Siempre te quise demasiado.

No soporto depender de nadie, ni que nadie dependa de mí. No soporto sentirme controlada, ni tener la necesidad de controlar. No soporto que me expliquen demasiado las cosas (Ya sé que hay mucho memo, pero tampoco hay que presuponer que todos lo somos). No soporto a mucha de la gente con la que tengo tratar a menudo. No soporto la gente que se queja por todo. No soporto y odio las mentiras. No soporto que me lleven la contraria sin razón. No soporto tener la absurda necesidad de sentirte cerca de mí o de tener que oír tu risa a todas horas. No soporto perder horas de sueño y aprovecharlas para ver como duermes. No soporto que todos hablen de ti, acusándote de ser alguien maravilloso y estupendo. No me gusta regalarte mi tiempo solo cuando te dejas, que acabes siempre mis frases o que me abraces de todas tus maneras. Odio doblar esquinas sin que tú estés a la vuelta. No soporto que hayas sido tú el que me ha enseñado a reírme del mundo. Odio que aquel día te cansaras de contarme los lunares. También odio preguntarme donde quedaron tantos besos robados.
No se me ocurre mejor motivo que tú para complicarme la vida.









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