A veces añoramos el ser pequeños. Era esa niñez la que mas nos ha marcado, en la que crecimos y maduramos, disfrutamos y aprendimos... Esa sensación de tener que disfrutarlo todo como sea, de que el mundo nunca acabara, de que no hay ni habrá ningún problema. De reír, de soñar, de sentir que es necesario mancharse cuando jugamos porque sino no estamos jugando bien. Donde el amor no era mas que jugar a la casita con tu ‘’marido’’ y tus ‘’hijos’’ en el patio del colegio, ser animales nos apasionaba, y cantar desafinando e inventando la letra era la mayor pasión por la música. Donde respirábamos tranquilos pensando ‘’papa esta aquí, no puede pasar nada’’, donde nos dormíamos apoyados en el pecho de nuestra madre escuchando su corazón para relajarnos. Esa niñez donde no nos preocupaba nada. Donde nos sentiamos en un mundo enorme de colores. Esa niñez donde no hablar no era un problema sino una comodidez para nosotros de solo tener que señalar. Donde el tener que hacer la maleta era coger los muñecos que mas querías, nada de ropa. Donde dormir con nuestro peluche era dormir acompañado. Esa niñez en la que lo único importante era pasarlo bien porque solo era el presente y nunca pensar en el futuro. Donde un caramelo nos sacaba la mayor sonrisa del mundo. Donde los días eran meses y las semanas años. Donde nunca existían problemas. Estábamos aislados de cualquier pensamiento negativo y todo lo que queríamos era vivir, vivirlo todo. Correr, saltar, reír, cantar, soñar…pasarlo bien. Solo eso. La niñez era sonreír, era vivir.
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