-¿Puedo preguntarte algo?
-Claro-contestó con una sonrisa. Que no quiere decir que vaya a responderlo.
-Llevamos viéndonos ya algo más de dos meses y aún no me has preguntado ni mi nombre, ¿por qué?
-Mira, has tenido suerte, esa es una de las preguntas que si que tienen respuesta-dijo riéndose-porque, si supiera cómo te llamas, el día que salgas corriendo podría buscarte, podría obsesionarme y no dejar de pensar en ti. sin embargo, si no se tu nombre ¿Cómo me voy a obsesionar con algo que ni siquiera puedo nombrar?
-Y, ¿por qué yo iba a salir corriendo?
-A mi no me preguntes - dijo encogiéndose de hombros-Yo solo sé que todos lo hacen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario